martes, 10 de enero de 2012

DECIA D. CAYETANO LOPEZ LOPEZ


Hemos conseguido un escrito del que fué nuestro ilustre ciudadano D. Cayetano (1886-1970) que me parece una preciosidad por su limpia prosa además de muy interesante por su contenido, y que pongo integramente a continuación. (Las fotos son de la que fué su casa que ahora es un centro de Turismo Rural -Casa la Engaña- y de enseñanza personalizada de inglés -Optima Communication-).

EXODO RURAL
SE FUERON LOS HOMBRES, LAS COSTUMBRES, LA ALEGRIA......

     Varias han sido las consecuencias de la emigracion, del éxodo -en muchos casos huida- de los campesinos de numerosas comarcas de la patria; pero hoy al menos, solamente voy a referirme a algunas destacables en una de las más ganaderas de Cantabria, que me es conocida, y que por minifundista, y a pesar de que en ella no hay pobres de solemnidad, pues se trata de pequeños propietarios, no ha podido gozar de las normas, de las reglas que la ciencia y la técnica trazaron para el progreso rápido de otras.
     Tampoco se ha preocupado nadie en serio, esta es la verdad, y previa una planificación bien concebida, de hacer ver a esos campesinos y demostrarles prácticamente, las ventajas de modificar, de reestructurar el suelo, de sustituir o mejorar cultivos, de adquirir y explotar animales de razas selectas, eliminando los de escaso rendimiento y mala conformación; de higienizar los establos, de mantener sanos, sin parásitos ni infecciones latentes, los animales, etc, etc. Y desde otra vertiente, de hacer confortables los hogares, de conservar costumbres y juegos, para mantener la alegría -sencilla pero intensamente sentida- que desde siglos se venía disfrutando en estos rientes valles, colindantes unos e incrustados otros en la cordillera Cantábrica y terrenos de transición, entre la Castilla del trigo y la oveja y la montaña del prado y la vaca, hoy semiabandonados, tristes.
     Así vemos que con los avances de la vida moderna y la marcha de los jóvenes no hay carreras, ni riñas de gallos, con olvido completo del juego de la gallina ciega. Por carencia de caballos y yeguas, sacrificados o llevados al extranjero, desaparecieron las carreras de cintas, las cabalgadas, el enjaezamiento vistoso. No hay toros del Concejo y, por tanto las luchas entre ellos, las competiciones entre las parejas de bueyes y los encuartes, que pasaron a ser historia local. El aldeano ya no se preocupa de cargar bien, peinándole, inclusive, el carro de hierba, ni se coloca el ramo de roble o avellano en la cima del último, para indicar que se ha terminado la recogida. La lucha de carneros, el premio al mejor esquilador, la crianza del cerdo de más peso..., también han ido desapareciendo.
     De las costumbres en que el hombre todavía es factor más directo, apenas queda el recuerdo. Así la lucha a brazo partido con o sin zancadilla, el aluche, el pulseo, el tiro de barra, son ahora desconocidos. Hasta ese maravilloso juego de bolos de las Merindades, con sus variantes, cien veces superior a los importados, está en peligro de desaparecer.
     Ya no se espera con ansia el día de Pascua para estrenar algo, para ir al campo a comer la rosca, mozos y mozas, niños y niñas, y regresar cantando y saltando al baile de pandereta y tamboril.
     No se baila la jota, ni el arriba y abajo. No se oye el canto del segodor al compás de la dallada, pues no hay jóvenes o se emplea la máquina. No se ve el ramo de fresno o abedul en las casas de las mozas -si alguna queda- ni en la puerta de la iglesia el día de la función del pueblo; ni aún en la taberna. Los cuévanos que nos sirvieron de cuna o para cargar a la espalda, son raros, ni se dan serenatas. No hay vítores ni villancicos. No se escuchan cánticos montañeses y aquel bravío e histórico relincho, el ajiu-ju. El pastor, si queda alguno, profesional, no toca el cuerno ni hace cuajadas.
    Ahora lo que queda de vida en estos pueblos, cada vez más pequeños, es silencio, soledad, tristeza, temor al futuro.
     ¿Será mejor?, ¿será peor?. Todas las cosas tienen su pro y su contra, su anverso y su reverso. Diremos sólo una cosa; es diferente. Pero entre las desventajas de esta brusca y precipitada transformación -sin periodo intermedio para adaptarse, respetando lo que merezca la pena y aceptando lo que de verdad representa progreso y mejora- encontramos las siguientes: pérdida de la alegría, de las costumbres, del calor del hogar, de la familia unida. El campesino de éstas comarcas, al dejarlas por las fábricas, ha perdido la personalidad. Al proletarizarse se ha convertido en un número, en un diente de la máquina industrial.
     ¿Industria?.  ¿Campo?. Lo uno y lo otro, señor. Y si no al tiempo; si es que no se llega tarde.
                                                                   CAYETANO LOPEZ LOPEZ





2 comentarios:

Telecentro Pedrosa de Valdeporres dijo...

Hay dos palabras en el texto de D. Cayetano que no conocía hasta ahora:
ENCUARTE Y ALUCHE
El ALUCHE es un tipo de lucha que se sigue practicando en varios lugares del mundo como podeis ver en el blog aluchecantabro.wordpress.com.
El encuarte no le he podido localizar como juego. Como definición (relacionada con bueyes como en el texto)es una "Yunta o caballería de refuerzo que se agregaba a las que tiraban de un vehículo para subir las cuestas o salir de los malos pasos".

Telecentro Pedrosa de Valdeporres dijo...

Muy curioso el artículo cuyo enlace es:
https://sientepadronesdebureba.wordpress.com/2019/02/25/arrieros-y-trajineros-transportistas-del-pasado/
Ahí se menciona el "encuarte" junto con otros asuntos muy interesantes para los curiosos.